Aprendiendo a dar

A finales de Mayo del 2017, estaba en Nápoles en un grupo con otros emprendedores y nómadas digitales. Todos íbamos a atender a un retiro que algunos de los nuevos amigos que hice en Ko Phangan organizaron, e íbamos a coger un ferry nocturno para llegar a la localización del retiro: una remota isla volcánica llamada Estrómboli.

Fue un arduo viaje de 10 horas, en el que fuimos hablando y quedándonos dormidos uno por uno. No reservamos cabinas, luego dormimos en una zona con moqueta del salón principal hasta que alguien eventualmente encontró una sala de cine con calefacción.

Llegamos a Estrómboli a la mañana siguiente bien temprano. Nada más llegar, el lugar me recordó mucho a la isla de Santorini en Grecia, y a medida que pasaba más en la isla ese sensación de comodidad, paz y confianza crecía.

Nos quedamos en un apartamento muy bonito y muy blanco. El retiro consistía en una serie de actividades que organizábamos los mismos participantes durante los 10 días que estábamos en la isla. Entre esas actividades, una de las más importantes sin duda era la de los hot seats o masterminds. En ellos, todos nos sentábamos en una sala grande del apartamento alrededor de la persona a la que le tocara hacer su hot seat, y hablábamos de las dificultades que esa persona tuviera en ese momento. Estas dificultades podían ser de cualquier tipo o índole.

Unos días después de que llegáramos a la isla, comenzamos a hacer yoga y meditación por las mañanas. Al principio éramos sólo unos pocos, pero a medida que fue pasando el tiempo más y más gente se fue uniendo, especialmente para meditar. ¿Y adivináis quién era el profe de meditación? 🙂 Era yo, pues llevaba meditando todos los días sin descanso unos cuatro meses, al mismo tiempo que estaba viviendo de forma mucho más espiritual. Aquella fue mi primera experiencia enseñando y guiando meditaciones, y a todos, estudiantes y profe, nos encantó. A algun@s les gustó tanto que me pidieron que me grabara a mí mismo y compartiera la grabación con ell@s después del retiro, lo cual terminé haciendo eventualmente.

Lo que más disfruté de esta experiencia concreta fue el hecho de que no esperaba nada a cambio, y me di cuenta de que realmente estaba contribuyendo a que otr@s se encontraran mejor así como yo mismo, unid@s por un bienestar común.

En resumen, estuve dando sin esperar recibir nada, y observando con alegría y felicidad lo que los demás estaban recibiendo, sin envidias ni haciendo comparaciones. Y curiosamente, recibí un sinfín de gracias y motivación para continuar enseñando.

Y por supuesto, yo también tuve mi hot seat, pero de eso hablaré ya en mi próximo artículo _/\_