Auto-bondad

Este es un momento de sufrimiento.
Este es un momento de dolor.
Que sea feliz.
Que esté seguro.
Que tenga salud.
Que sea bueno conmigo mismo, de forma que pueda serlo con los demás.

Estas son algunas de las frases o mantras que recito cuando hago meditación de auto-bondad.

A finales de Mayo de 2017, estaba en un retiro para emprendedores en una isla volcánica de Italia llamada Estrómboli. Como parte del retiro, cada mañana teníamos dos hot seats o masterminds, donde un@ de los participantes se sentaba en medio de una sala (llamémosle «el orador» de ahora en adelante) y todos los demás se sentaban alrededor de éste o ésta (llamémosles «los oyentes»).

Estas sesiones comenzaban con el orador hablando sobre algo con lo que tuviera dificultades durante diez minutos. El tema en cuestión lo elegía el orador; podía ser personal, profesional o sobre unicornios si el orador quisiera hablar sobre ello. Después de esos diez minutos, había un periodo de preguntas que duraba 10 minutos donde los oyentes podían hacer preguntas al orador, seguido de otros diez minutos de discusión. Luego llegaba el momento de reflexión, donde cada uno de los oyentes daba algo de feedback al orador, y finalmente el orador tenía la oportunidad para hacer comentarios sobre todo ese feedback recibido. Uno de los organizadores moderaba todo el proceso.

Todos los participantes pensamos que estos hot seats eran muy útiles para conectar con los demás y aprender de sus problemas. Sobre todo teniendo en cuenta donde tuvieron lugar: un patio en una casa muy tranquila y muy blanca en una preciosa isla volcánica.

Llegado este punto, yo ya estaba bastante metido en espiritualidad, y había trabajado mucho en cuidar mi salud mental. Y como probablemente ya sabrás si has leído algunas de mis entradas anteriores, mis mayores dificultades en ese momento no estaban directamente relacionadas con el mundo de los negocios: eran mis problemas de ansiedad y ataques de pánico. Luego esto fue de lo que hablé durante mi hot seat.

La mayor parte de los oyentes me recomendaron libros. Sin embargo, uno de ellos también me dijo que el vocabulario y las palabras que estaba usando para definir mi trabajo estaban cargadas de negatividad, y que debería empezar por cambiarlas.

En aquel entonces, no entendí muy bien esta recomendación, no obstante la fui empezando a entender a medida que fue pasando más tiempo. Somos nuestros mayores críticos, y sin atención plena, nos solemos hablar y tratar bastante mal a nosotros mism@s. Nos decimos cosas que no le diríamos a ninguna de las personas que nos rodean, pero aún así lo hacemos, cargándonos de negatividad y sufrimiento como consecuencia. Y es que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es sólo opcional. Con el tiempo, me di cuenta de que simplemente hablándonos de otra forma y con auto-bondad podemos transformarnos y sentirnos completos. Basta con practicar.