A principios de Abril de 2017 llegué a Hoi An: una pequeña pero preciosa ciudad cerca de DaNang en la parte central de Vietnam, conocida por su industria textil. Mucha gente viaja a Hoi An sólo para comprar toda clase de prendas hechas a mano, desde trajes de chaqueta a zapatos.
Cuando llegué a Hoi An, ya llevaba meditando, estudiando y practicando mindfulness en general 3 meses más o menos. Y ya estaba empezando a notar los efectos positivos de todo esto. Especialmente, considerando que los tres compañeros de habitación que tuve durante más tiempo también estaban haciendo cosas parecidas. Comencé a ser mucho más consciente de lo que tenía alrededor en todo momento y vivir más en el momento presente, y como resultado comencé a sentirme más alegre, feliz y menos estresado y ansioso con mi trabajo. Todavía seguía trabajando de lunes a domingo durante bastantes horas, pero comencé a dejarme más tiempo libre para hacer otras cosas y empecé a sentirme más relajado en general.
Desapegarme o separarme de mis pensamientos y sentimientos cambió mi perspectiva respecto a cómo estaba viviendo mis días, los cuales comenzaron a ser incluso menos rutinarios. Cada día era una nueva aventura, ya que comencé a seguir mis deseos más puros haciendo simplemente lo que realmente quería hacer: si quería ir a la playa, me llevaba mi portátil y trabajaba desde un restaurante en la zona de playa de An Bang. Si me sentía con ganas de trabajar duro y quería ser muy productivo, me iba al Hub Hoi An (espacio de coworking) o a una cafetería silenciosa. Si tenía ganas de irme y explorar un poco, me iba con la bici. Etcétera. No había nada que logra, y nada por lo que sentirse estresado. Únicamente estaba yo ahí, viviendo el momento presente.
Hice nuevos amigos, y volví a encontrarme con otros que ya había visto en Tailandia. En general, lo pasé muy bien y fui bastante productivo al mismo tiempo durante esas 3 semanas que estuve allí en Hoi An. Hoi An lucía exactamente como me había imaginado que era Asia, según lo que veía en la tele cuando era niño: soleado, verde, tranquilo, con extensos campos de arroz, amable, con gente llevando sombreros con forma de cono, comercio muy local… mágico. Probablemente, el lugar más mágico que he visitado junto al norte de Ko Phangan, y me siento muy afortunado y agradecido por haber sido capaz de disfrutar los dos.