A finales de 2018 estaba ya asentado en Melbourne, y ya había retomado el contacto con mi vida allí. Y tal y como ocurrió el año anterior, al poco de llegar fui a casa de un amigo donde se reunía bastante gente, y vi de nuevo a la chica que me llamó la atención en aquel entonces. Era una persona con problemas psicológicos, y en aquel entonces decidí dejarla ir debido a que estuve sacrificando mi bienestar de forma insconsciente por la impotencia que me causaba el no poder ayudarla.
Verla de nuevo no me supuso nada en principio. Días más tarde, me comenzó a escribir, siendo siempre extremadamente amable. Tanto que empecé a pensar que estaba muy interesada en mí, sin embargo yo no entré en el juego debido a que recordaba lo que había ocurrido el año anterior, aunque también entendía que las personas podían cambiar y que tal vez se había recuperado. Llegamos a quedar alguna vez los dos solos, pero brevemente y tampoco tuvimos mucha oportunidad para hablar.
A finales de Diciembre me fui de vacaciones, con la coincidencia de que ella también iba a estar en el mismo sitio. Los últimos días coincidimos y tuvimos oportunidad de hablar bastante, hasta el punto en que volvió a atraerme y comencé a pensar que efectivamente se había recuperado. Le dije que me gustaba cuando tuve ocasión, y dado que la atracción fue mutua empezamos a tener algo.
Al regresar a Melbourne todo siguió bien entre nosotros. Sin embargo, cuando estábamos en el mejor punto y me había convencido del todo de que se había recuperado, comenzó a decirme que no podía darme lo que buscaba, que yo era muy intenso, que lo había arruinado todo, que estaba muy agobiada, que no debía de perder el tiempo con ella, etcétera. Un sabotaje muy similar al del año anterior, con lo cual empecé a pensar que después de todo quizás nunca se recuperó.
Aún así, comencé a perder mi estado de alta consciencia, y por consiguiente comencé a no darle tanta importancia a estos problemas y a confundir atracción sexual con tener una relación. Y aunque después de este primer sabotaje decidí dejarlo, hablamos y volvió a hacerme pensar que todo estaba bien, y me continuó diciendo que quería verme. Luego nos veíamos y a pesar de que todo parecía perfecto, al poco saboteó de nuevo la relación de forma muy similar, diciéndome cosas como que ella era horrible, que sólo podía pensar en su exnovio, que no sentía nada por mí, etcétera. Y este ciclo de estar bien, expulsarme y volver se repitió hasta cuatro veces.
Tal fue mi pérdida de consciencia y atención durante este periodo que en lugar de aceptarlo y afrontarlo desde una perspectiva consciente, comencé a añadir más distracciones para evadirme del sufrimiento. Comencé a salir mucho, a conocer mucha gente nueva y a hacer mil cosas. Al final, después de expulsarme de su vida en el cuarto ciclo, al intentar atraerme de nuevo me cabreó bastante debido a que había perdido ya toda noción de mindfulness y asertividad, con lo cual mi ego se hizo bastante grande. En este estado, le dije que no quería saber nada más de ella, que la vería cuando coincidiéramos de casualidad, y que sólo le diría hola y adiós por respeto. Añadí que si quería hablar conmigo que me llamara por teléfono, y que si no sabía de ella por este medio pues asumiría que no le importaba mucho o que tenía demasiado miedo para estar conmigo.
Cuando recuperé algo de consciencia le pedí disculpas por ser tan duro, sin embargo la clave del mensaje seguía siendo cierta: estábamos muy atraídos el uno por el otro pero éramos incompatibles para cualquier tipo de relación. Hay tantas realidades como personas hay, y a veces esas realidades son tan opuestas o conflictivas que resulta mejor para ambas partes no juntarlas. O lo que es lo mismo, y siempre desde la aceptación y el respeto, a veces es mejor para dos personas el no entablar ninguna relación, ya sea sentimental o no. Es perfectamente normal no llevarse bien con todo el mundo, así como sentirse atraíd@ por alguien que no nos es buen@ para nosotr@s, lo cual no implica que estas personas sean buenas o malas en general. Igualmente, tod@s, independientemente de como nos llevemos, merecemos y necesitamos amor, compasión y que se nos cuide.
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[…] A principios de marzo de 2019, regresé a Bali con un buen amigo con el que tenía bastantes cosas en común, lo cual me sirvió como retiro espiritual para reconectar con mi interior después de terminar mi última relación destructiva. […]
[…] de una relación caótica en la que perdí la consciencia y un viaje espiritual a Bali donde la recuperé, volví a Melbourne […]
[…] especialmente el mundo occidental. Ya había estado meses antes por allí cuando descubrí el Yoga Barn: una villa selvática con multitud de estudios donde se hacían actividades relacionadas con la […]
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