Aceptando miedos

Estuve en Cádiz desde Junio hasta Septiembre en 2017, de vuelta en mi tierra natal. Fueron muy buenos meses en los que estudié y practiqué todo lo que había aprendido hasta entonces en lo que a espiritualidad se refiere.

Además de seguir mis rituales diarios, también fui bastante a la playa, donde escribí muchos de los artículos que ya he publicado. Iba casi a diario a partir de las 19:00, cuando ya la muchedumbre se empezaba a ir. También empecé a ir a terapia allí. Y por supuesto también vi bastante a mis amigos, que aunque sea introvertido también es necesario. En resumen, fueron de los mejores meses de mi vida, y no estaba haciendo nada realmente grandioso o importante aparentemente, simplemente me hice mucho más consciente y disfruté de todos los pequeños placeres de la vida. Me transformé.

Pero todo cambia de momento a momento, y en Septiembre llegó el momento de partir de vuelta a Melbourne para volver a hacer dinero. Realmente, volví a principios de Septiembre porque una aceleradora de startups se fijó en el mío y me invitaron a exponer en Brisbane ante una audiencia bastante numerosa de periodistas, inversores, y otras personalidades del mundillo. Así que fui allí unos días por primera vez.

Ya de por sí volar durante más de 24 horas a la otra punta del mundo y con una diferencia horaria de 10 horas daba algo de miedo, como cada vez, pero a esto le sumaba el hecho de que iba a una ciudad nueva a exponer ante una audiencia lo que había estado haciendo durante casi un año de nomadismo. Luego además tenía que volver a Melbourne para encontrar curro y empezar a trabajar, algo que ya no hacía desde hacía un año también.

Sin embargo, todo fue sobre ruedas, simplemente porque acepté mis miedos. Era consciente de que era normal que los tuviese. También era consciente de cada momento individual, luego acción por acción por separado no fue tan complicado. Y me pregunté con curiosidad en el momento de ejecutar cada acción si era lógico o racional tener miedo por algo tan insignificante.

Y a pesar de que preparé mi exposición con esmero y de que salió bastante bien, no eligieron mi startup para la aceleradora. Pero estuve contento y muy agradecido por la experiencia, pues lo hice lo mejor que pude.

En cuanto a Melbourne, la semana siguiente encontré un curro y empecé a trabajar, como siempre como desarrollador web. Y la semana siguiente me mudé muy cerca de la oficina.

Y casi sin querer, seguí siendo tan feliz y consciente como en los meses anteriores en los que estuve en la playa en Cádiz. Al menos por un tiempo.